El metabolismo de las mujeres tiende a ralentizarse a partir de los 35 o 40 años, incluso antes de la menopausia. Esta última suele ir acompañada de retención de líquidos, aumento de la grasa corporal, osteoporosis o hipotiroidismo. Una dieta para la menopausia puede ayudarte a mejorar estos síntomas.
La reducción de la actividad física y la falta de estrógenos dificultan la quema de grasas, por lo que el organismo tiende a almacenarlas. El aumento de la grasa abdominal se asocia a una alteración de los niveles de colesterol en sangre, y al consiguiente aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular.
La dieta para la menopausia debe ser ligeramente hipocalórica, variada y basada en productos frescos y de temporada.
El desayuno es una de las comidas más importantes: evita el consumo de zumos de frutas (libres de fibra y ricos en fructosa), e incluye quesos light, huevos y proteínas.
No mezclar almidones, para evitar aumentar la carga glucémica del plato y favorecer la liberación de insulina. Los almidones son: pan, pasta, arroz, patatas, quínoa, etc.
Prefiere la cocción al horno, al vapor o hervida, y evita preparaciones demasiado ricas en grasas. También presta especial atención a las cantidades de sal, que podrían empeorar la retención de líquidos.
Preferir grasas saludables, como el aceite de oliva virgen extra (rico en vitamina E que favorece la producción de estrógenos).
Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra, para bajar el colesterol y regular el tránsito intestinal. Las legumbres, las frutas, los cereales integrales y las verduras garantizan la cantidad adecuada de fibra.
El calcio es vital para la salud de los huesos, especialmente durante la menopausia. Además de los lácteos, el calcio está presente en semillas, legumbres, almendras, brócoli y algas.
También aumenta el consumo de magnesio, para favorecer la absorción de calcio, y de fósforo, para mantener la densidad ósea. El hierro, que también es muy importante, es útil para mejorar la tendencia a sufrir anemia.
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